miércoles, 10 de agosto de 2016

¿Se agrada Dios de cualquier tipo de Música o Ritmo en la Adoración?




Esta pregunta es objeto de debate en la iglesia desde hace mucho tiempo. El problema estriba en saber qué tipo de música se puede considerar mundana y cuál espiritual. 

Trataremos de compartir qué dice la Escritura al respecto y qué el sentido común, cuando no haya nada en la Biblia sobre el particular. Recordemos que, como cristianos, aparte de la Biblia, tenemos la mente de Cristo; el Espíritu mismo nos habla a nuestro espíritu y nos da a entender, si le somos sensibles, que es bueno y que es malo, que le agrada y que no.

Ya en el Antiguo Testamento se hablaba de los instrumentos usados en el templo, en la época en que David vivió, cuando se organizó la adoración del templo:



2 Crónicas 5:12
...y los levitas cantores, todos los de Asaf, los de Hemán y los de Jedutún, juntamente con sus hijos y sus hermanos, vestidos de lino fino, estaban con címbalos y salterios y arpas al oriente del altar; y con ellos ciento veinte sacerdotes que tocaban trompetas...

En este pequeño estudio, no entraremos en la discusión de si es bíblico o no el uso de instrumentos musicales en la iglesia del Señor. Creemos que sí es bíblico y que, así como se utilizaron bajo el antiguo pacto, se continuó su uso en el nuevo, y el Nuevo Testamento no dice nada en contra de su uso, siempre y cuando se haga "todo decentemente y con orden" (1 Corintios 14:40).


¿Qué dice el NT sobre el tipo de música o ritmo en el culto?

Veamos algunos textos del Nuevo Testamento que nos den luz al respecto y tratemos de aplicarlo a nuestros días, con la ayuda de Dios y el sentido común, como ya dijimos.

Efesios 5:19 Hablen entre ustedes con salmos, himnos y cánticos espirituales; canten y alaben al Señor con el corazón.
Colosenses 3:16 La palabra de Cristo habite ricamente en ustedes. Instrúyanse y exhórtense unos a otros con toda sabiduría; canten al Señor salmos, himnos y cánticos espirituales, con gratitud de corazón.

Los textos anteriores serán el centro de nuestro estudio, pues creemos que por ser los únicos que expresan la forma en que el culto evangélico debe desarrollarse en cuanto a la adoración, es imprescindible darles la importancia que les corresponde.


Servimos a un Dios santo, la música debe ser solemne.

Tanto la carta a los Efesios como la de los Colosenses concuerdan en que la música debe ser SOLEMNE; ah, pero alguien puede decir: ¿Cómo puede decir usted tal cosa? Bueno, ambos textos hablan de salmos y cánticos espirituales, lo cual descarta cualquier tipo de música o ritmo que ponga más énfasis en el ritmo que en las palabras de exaltación al Señor que se están cantando.

Queremos aclarar aquí que nuestro objetivo no es satanizar los ritmos o tipos de música de cada país, o los ritmos movidos y contagiosos que aún se utilizan en canciones cristianas de todo el mundo, no. El objetivo es definir qué es apto y qué no, para utilizarse como adoración cuando los santos se reúnen como iglesia para adorar, cualquier día de la semana.


No es la misma música dentro de la Iglesia que fuera.

No es lo mismo usar música cristiana —a ritmo de merengue, salsa, ranchera, etc. en casa, que utilizarla en la iglesia. Recordemos que la iglesia no es discoteca y que la solemnidad no debe romperse. Tampoco hay que exagerar y poner música clásica en la iglesia, sino más bien ser moderados en el tipo de música que se utilice, siempre dando más importancia a lo que se canta como alabanza que a la música misma, que es un acompañamiento.


He estado en iglesias donde la música está a un volumen tan alto que no se escucha o es difícil entender lo que se canta. También se da el caso de música movida, que pone a los hermanos a moverse cadenciosamente, olvidando por un momento que estamos en la Casa del Señor y hay que guardar reverencia.



Cuidado con la sensualidad y la música satánica.

Hay, por otra parte, tipos de música y ritmos que, por su naturaleza, no deben usarse en ninguna ocasión, ni dentro ni fuera del templo. Es el caso de ritmos profundamente sensuales, que promueven el erotismo, que están asociados a bailes sucios y denigrantes, sobre todo para la mujer. Un ejemplo de ello es el reguetón y la lambada. En el caso del primero, el cual conocemos más, hay un baile que le llaman "perreo" que denigra bastante a la mujer, por lo cual no estamos de acuerdo con el llamado REGUETÓN CRISTIANO, que muchos cantan y defienden, sencillamente porque algo tan vil no puede ser usado para el servicio del Señor.


Hasta aquí, hemos aclarado que no creemos que todo tipo de música o ritmo sea apto para adorar a Dios. Existen ritmos, como el caso del ROCK HEAVY METAL, también llamado rock pesado, el cual se usa para la adoración satánica. Es imposible pensar que pueda usarse tal ritmo en la adoración, o en el uso de canciones cristianas en cualquier lugar, aun cuando hoy existen grupos que se dicen "cristianos" que usan cualquier tipo de música para adorar sin tomar en cuenta su origen.



Moderación en la música usada en el culto.

Nuestra posición es que se puede usar cualquier tipo de música que no esté ligada de manera clara al satanismo o a la promoción de la sensualidad por sus bailes, a la adoración a Dios. Se debiera tomar en cuenta que la música no sea rítmica a un grado tal, que ponga a los hermanos a bailar, aun sea de manera inconsciente, sino que promueva la solemnidad en el culto del Señor.

Usted puede oír música cristiana en cualquier ritmo asociado a un país, sea merengue, salsa, bachata, vallenato, rock ligero, etc., pero no en la iglesia. Para eso están la casa, el carro, la oficina, etc. En la casa del Señor el centro debe ser el Señor, no la música, la cual debe ser un medio para adorar, no el fin mismo de la adoración.


La música en sí misma no salva.

Hoy en día es utilizada la música sensual para atraer a los jóvenes a las iglesias y se usan ritmos mundanos para tal fin. Tal cosa no agrada a Dios, y los que por este medio son atraídos no son ovejas, sino cabras. Solo la Palabra de Dios es la que cambia el corazón, no los métodos de humana sabiduría, que solo promueven una "cultura cristiana", una sensación de que uno es cristiano sin serlo porque participa en actividades cristianas, sin haber sufrido un cambio genuino y radical de vida, un nuevo nacimiento.

No negamos que hay canciones cristianas que Dios puede usar para atraer a alguien a sus caminos. Canciones que tienen un mensaje en sus letras en las cuales se llama al arrepentimiento y la búsqueda de Dios en medio de la aflicción y la soledad que aqueja una oveja perdida. Pero de ahí a pensar que la música en sí misma es la que hará que la gente se salve y que por ello se cambien los programas de las iglesias con música mundana, o de acuerdo con las tendencias del momento, para atraer público y más público y llenar los templos, eso sencillamente está fuera de la voluntad de Dios y niega el poder del Evangelio.


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domingo, 7 de agosto de 2016

Probamos, con la Biblia, porqué no existen Apóstoles en la Iglesia del siglo XXI





La iglesia enferma de apostolitis.

En la iglesia del siglo XXI hay una infección que se expande como virus por todo su cuerpo; es la "apostolitis", como diría el pastor Armando Alducin. Millones de cristianos han sido engañados con la enseñanza de que hoy existe el ministerio apostólico y que, como tal, los hoy llamados "apóstoles" pueden y están en el deber de traer NUEVA DOCTRINA a la iglesia del Señor (vea el vídeo del pastor John MacArthur al final del post donde enseña que no existen apóstoles al día de hoy).

Le llaman "vino nuevo" o "lo nuevo que trae el Señor", olvidando que la Palabra de Dios es más que clara al afirmar que nadie puede agregar ni quitar a lo que ya fue revelado en la Escritura y que quien lo hace cae bajo la maldición de Dios.


Apocalipsis 22:18-19
Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.


Requisitos para ser apóstol.

La palabra de Dios prevé ciertos requisitos indispensables para que una persona pueda tener el derecho a llamarse apóstol. Veamos estas cosas una por una para constatar si es posible con base bíblica que hoy puedan haber apóstoles.

  • Los apóstoles debían estar con Cristo desde el principio de su ministerio y ser nombrados por él personalmente (Marcos 3:14, Lucas 6:13, Hechos 1:2, 24; 10:41; Gal 1:1), a excepción de Pablo, quien fue escogido directamente por el Señor, después de su resurrección. A Pablo ningún hombre le predicó, sino que fue expuesto al Evangelio de la gracia por medio del mismo Señor Jesús cuando le apareció camino a Damasco.
  • Los apóstoles tenían que haber sido testigos de la resurrección de Cristo. Volvemos a insistir en que Pablo está incluido en este requisito, pues él fue testigo de que Cristo resucitó, por cuanto recibió revelación de su parte durante todo su ministerio (Hechos 1:22; 10:39-41, 1 Cor 9:1; 15:7-8).
  • Un apóstol tenía que ser capaz de mostrar la veracidad de su apostolado por la comisión de señales milagrosas y prodigios (Mateo 10:1-2; Hechos 1:5-8; 2:43; 4:33, 5:12, 8:14; 2 Cor 12:12, Hebreos 2:3-4).

En la elección de Matías, en sustitución de Judas el traidor, se tomó en cuenta que él estuvo con el Señor desde el principio del ministerio (Hechos 1:21-22; 10:39-41), y fue hecha la sustitución para dar cumplimiento a la profecía en los salmos que decía "que otro tome su oficio" (Salmos 109:8).

Debemos hacer diferencia entre el apostolado y la misión apostólica, que si bien tienen cosas en común, no son lo mismo y es necesario aclarar, para que no haya confusiones.





Apostolado.

Es el llamado para individuos seleccionados directamente, designados y autorizados por Jesucristo para ser sus representantes inmediatos en la tierra. Estas personas tenían la autoridad para impartir nueva doctrina de parte del Señor con la influencia o inspiración del Espíritu Santo.

Si bien la palabra griega "apóstolos" significa UNO QUE ES ENVIADO O MENSAJERO, en el caso que nos ocupa, no es cualquier enviado en cualquier misión. Los doce discípulos, elegidos por el Señor para recibir una instrucción especial, fueron así designados para llevar el Evangelio a las ovejas perdidas de Israel, y el mismo Pablo, luego de la Resurrección, también fue designado para llevar el Evangelio a las naciones.


Misión apostólica.

Es el llamado del Espíritu Santo o por intermedio de ministros ordenados con estos poderes, para hacer una obra especial en medio de la iglesia. Hoy se les llama misioneros; son enviados a predicar el evangelio o a llevar un mensaje especial, una ofrenda o cualquier otra misión que se les haya encomendado.

Bernabé, compañero de Pablo, es un ejemplo de un mensajero en misión apostólica, Hechos 14:4. También se dice de Tito en 2 Corintios 8:23, y de Epafrodito en Filipenses 2:25. Andrónico y Junias también son llamados en misión apostólica en Romanos 16:7.


Los apóstoles: parte del fundamento de la Iglesia.

En el texto que sigue, Pablo da a entender sin lugar a dudas, que él fue el último de los apóstoles. Aquí el se llama a sí mismo "un abortivo", uno nacido fuera de tiempo, el más pequeño de los apóstoles, por ser el último en nacer.


1 Corintios 15:8-9
y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí. Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios.

Muchos argumentan que de los 5 ministerios descritos en Efesios 4:11, el apostolado está vigente hoy por ser una necesidad y estar incluido entre los dones espirituales de la iglesia. Pero olvidan que en Efesios 2:20 se dice que la iglesia está edificada "sobre el fundamento de los apóstoles y profetas" y en un edificio, el fundamento se pone solo una vez, esto es, al principio. Por ello, la existencia de apóstoles era una necesidad imperiosa sólo en la iglesia primitiva.




Efesios 4:11 Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros. 
Efesios 2:20 edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo.

 

El apostolado, única fuente de doctrina para la Iglesia.

A continuación citamos al teólogo Wayne Grudem, refiriéndose al tema:
“Los apóstoles del Nuevo Testamento tenían un único tipo de autoridad en la iglesia primitiva: la autoridad para hablar y escribir palabras que fueron “palabras de Dios” en un sentido absoluto. No creerlas o desobedecerlas es no creer o desobedecer a Dios. Los apóstoles, por lo tanto, tenían la autoridad para escribir las palabras que se convirtieron en palabras de la Escritura. Este hecho en sí mismo nos debería sugerir que hay algo único en el oficio de apóstol, y que no podemos esperar que continúe hoy, porque hoy nadie puede añadir palabras a la Biblia y hacer que se consideren como palabras de Dios o como parte de la Escritura. (Wayne Grudem, Teología Sistemática, 905 a 906).




Para citar de nuevo a Grudem:
“en lugar de los apóstoles de vida presentes en la iglesia para enseñar y gobernar, tenemos en su lugar los escritos de los apóstoles en los libros del Nuevo Testamento. Esas Escrituras del Nuevo Testamento cumplen para la iglesia de hoy en día la enseñanza autoritativa absoluta e instrucciones para gobernar las funciones que fueron cumplidas por los mismos apóstoles durante los primeros años de la Iglesia” (Ibid., 911).

 

El canon está cerrado y Dios dijo todo lo que tenía que decir a la iglesia por medio de los apóstoles y todo eso está escrito en la Biblia que conocemos, específicamente en el Nuevo Testamento. Que hoy existan apóstoles es lo mismo que decir que la revelación no ha terminado y que debería seguirse agregando doctrina nueva a la Biblia tal como la conocemos.

En la Palabra de Dios tenemos todo lo que necesitamos para crecer en la gracia de Dios y no necesitamos de nueva revelación, porque Dios ya dijo que no la habría.


2 Timoteo 3:16-17
Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.

A continuación les dejamos este corto video donde los pastores John MacArthur y Steve Lawson dan una breve explicación conforme a la Escritura sobre la existencia de apóstoles en esta época.


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viernes, 5 de agosto de 2016

¿Temes a Dios o le tienes miedo a Dios? Aprendamos la diferencia con la Biblia.





Muchos le tienen miedo a Dios, pero no le temen.

Éxodo 20:20
Y Moisés respondió al pueblo: No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis.

Moises alentó al pueblo con estas palabras después de que entre ellos hubo terror de seguir oyendo la voz de Dios que les hablaba desde el monte Sinaí. Dijeron a Moisés: "Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos".

El temor a Dios tiene por función fundamental hacer que el hombre y la mujer de Dios se alejen del pecado o de cualquier ocasión de pecar. Es un temor reverente, un profundo respeto a Dios que nos mueve a hacer lo correcto, aun cuando nadie nos esté mirando.

El conocimiento de que Dios habita en todo lugar y es conocedor de todo lo que ocurre con lujo de detalles nos mueve a andar en santidad delante de su presencia siempre.

Salmos 139:7
'¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?'




Quien le tiene miedo a Dios huye de Él.
El miedo a Dios, en cambio, es una obra de la carne, contraria a la voluntad de Dios. El apóstol Juan nos describe el miedo a Dios como un signo de alguien que no ha conocido a Dios, porque Dios es amor:


Juan 4:18 En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.

La Biblia dice que los demonios le tienen miedo a Dios, no dice que tengan temor de Dios. Cuando Cristo vino a este mundo, los endemoniados venían a sus pies rogando que se apartara de ellos. Los demonios que habitaban sus cuerpos decían: "Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo" Mateo 8:29.


Santiago 2:19 Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan.


Una fe que no mueve a la persona que dice creer en Dios, a la obediencia de sus mandamientos, a la santidad, es una fe vana, una falsa fe, una fe que no salva, una fe sin obras, la fe de los demonios.


"El que teme no ha sido perfeccionado en el amor".

Fuimos llamados a vivir en el temor de Dios.

Los cristianos estamos llamados a temer a Dios, es decir, a honrarle por lo que él es y por lo que él hace. Este es el principio de la verdadera sabiduría, la que nos mueve a agradarle en todo lo que hacemos.


Proverbios 9:10 El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, Y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia.

Colosenses 3:23 Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres.




Los que viven impíamente temen a todo menos a Dios.

Por otro lado, la vida del hombre natural, el que no conoce a Dios y que vive guiado por sus malos deseos, es una vida alejada del temor de Dios. Este hombre puede temer a muchas cosas, pero no a Dios para hacer su voluntad. Puede ser una persona supersticiosa que le tema a pasar cerca de un gato negro, o tema pasar un día sin leer su horóscopo para ver, supuestamente, qué le depara el destino, o también puede ser una persona que tema al mal de ojo, etc.


Salmos 36:1 La iniquidad del impío me dice al corazón: No hay temor de Dios delante de sus ojos.

La santidad se perfecciona en el temor de Dios (2 Corintios 7:1), porque el que busca apartarse del mundo, mortificar su carne y hacer guerra a Satanás constantemente buscará a Dios en oración para que le revele la perfecta voluntad de Él, agradable y perfecta.

El temor a Dios es un temor reverente, un santo temor a desobedecer o a incomodarle de algún modo, lo que produce en el creyente el querer santificarse y luego una confianza al acercarse a Dios, sabiendo que Dios es fiel y que le guarda de todo mal.


Salmos 19:El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre; Los juicios de Jehová son verdad, todos justos.

El que teme a Dios deja de temer a los hombres. Llega a un punto en su conocimiento de Dios, en el cual poco le importa desobedecer a los hombres si esto implica desobedecer a Dios.


Lucas 12:4-5 Mas os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada más pueden hacer. Pero os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; sí, os digo, a éste temed.

Hechos 5:29 Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.

El temor de Dios nos impide llevar una vida de pecado.


En conclusión, vivamos en el temor de Dios, tratando siempre de agradarle en todo. El temor reverente nos llena de un santo celo por las cosas de Dios, comenzando por nuestras propias vidas, escudriñando en ella si hay algo que le desagrade.

Sabremos que es su santo temor si, cuando pecamos, este nos mueve a humillarnos y buscarle en arrepentimiento genuino.

El miedo a Dios produce lo opuesto; la persona que peca se aleja de Dios para que sus malas obras no se vean expuestas, como lo hizo Adán, que luego de la caída se escondió.



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