viernes, 14 de abril de 2017

El Verdadero Origen de la Semana Santa





La semana santa no tiene nada que ver con la muerte ni la resurrección de Jesús. Aquí veremos de dónde proviene esta antibíblica costumbre. 

Muchos ingenuamente creen que la semana santa conmemora la muerte y resurrección de Jesús pero esta costumbre no es bíblica, y por el contrario, se deriva de rituales antiguos de la Babilonia pagana. Pero veamos desde donde proviene la semana santa que hoy conocemos y quienes la iniciaron.






De dónde proviene la "Semana Santa"

En la antigua cultura, los babilonios adoraban a Tamuz, el hijo del dios sol, Nimrod, y la diosa luna, Semiramis. Tamuz era para ellos el dios redentor, porque él, según la historia muere asesinado a los 33 años, pero su madre lo vuelve a la vida, teniendo relaciones sexuales con el cadáver.

Existen muchas versiones acerca de esta historia, y de cómo sucedieron los hechos pero el punto principal es que tanto Nimrod como Semiramis, de una extraña manera fueron declarados como dioses y fueron adorados por los babilonios, de igual manera que Tamuz, el hijo.

La resurrección de Tamuz se produce en medio de la primavera, pero va precedida por un luto de 40 días, que comienza específicamente un miércoles que ellos llamaban “Miércoles de ceniza”. La ceniza para los tiempos antiguos, era símbolo de luto.






Ese día se hacía una ceremonia en la cual, el sacerdote se vestía de negro, preparaba la ceniza y colocaba en la frente de los adoradores de Tamus una T, que representa la letra griega Tau, en honor al nombre de su dios.

Y era a partir de esa fecha que comenzaban a contar los 40 días de luto, en los que las mujeres lloraban y endechaban su ausencia, siendo el día 40, el gran día de la resurrección de Tamuz

¿Se te hace conocida esta costumbre? Pues es de ahí de donde viene la famosa costumbre de la semana santa, y que por cierto nada tiene que ver con la muerte y resurrección de Cristo, porque en ninguna parte de la Biblia habla de tales ritos o ceremonias.

Estas costumbres paganas, fueron adoptadas por las diferentes culturas por siglos, y aun los judíos en los tiempos del profeta Ezequiel adoraban a Tamus, enfureciendo a Dios al punto de casi exterminarlos por completo, porque Dios no soporta la idolatría. La idolatría es, ha sido y seguirá siendo abominación para Dios.





En el libro de Ezequiel 8:6-18, narra la Biblia como el Señor ofendido con su pueblo le cuenta al profeta todas las abominaciones que ellos hacían escondidos, adorando al sol, a Tamuz y a toda clase ídolos, creyendo que el Señor no se daba cuenta:

“Y me dijo: Hijo de hombre, ¿has visto las cosas que los ancianos de la casa de Israel hacen en tinieblas, cada uno en sus cámaras pintadas de imágenes? Porque dicen ellos: No nos ve Jehová; Jehová ha abandonado la tierra.
Me dijo después: Vuélvete aún, verás abominaciones mayores que hacen éstos. Y me llevó a la entrada de la puerta de la casa de Jehová, que está al norte; y he aquí mujeres que estaban allí sentadas endechando a Tamuz. (Endechar significa, llorar o hacer duelo por un muerto).
Y me dijo: ¿No has visto, hijo de hombre? ¿Es cosa liviana para la casa de Judá hacer las abominaciones que hacen aquí? Después que han llenado de maldad la tierra, se volvieron a mí para irritarme; he aquí que aplican el ramo a sus narices.
Pues también yo procederé con furor; no perdonará mi ojo, ni tendré misericordia; y gritarán a mis oídos con gran voz, y no los oiré”.





Esas mismas costumbres que son abominación para Dios, son las que en la actualidad algunos sectores de nuestra sociedad ostentan con orgullo cada año bajo la falsa premisa de que están honrando a Cristo sin darse cuenta que lo que hacen es traer deshonra y enojo a los ojos de Dios.

Miren lo que pasó con los  judíos entonces. Ezequiel 9:5-6, dice cual fue la orden que dio el Señor como castigo: “Pasad por la ciudad en pos de todos, y matad; no perdone vuestro ojo, ni tengáis misericordia. Matad a viejos, jóvenes y vírgenes, niños y mujeres, hasta que no quede ninguno; pero a todo aquel sobre el cual hubiere señal, no os acercaréis; y comenzaréis por mi santuario. Comenzaron, pues, desde los varones ancianos que estaban delante del templo”.

Solo fueron perdonados unos cuantos que obedecían su Palabra y no cometieron estos actos tan vergonzosos. Dios es bueno y grande en misericordia, pero también es implacable cuando lo deshonran.






Si Dios no perdonó en aquellos tiempos a su pueblo amado, con seguridad que no le va a pesar la mano para castigar a todo aquel que forme parte de actos tan abominables ante sus ojos.

Bien lo dijo Jesucristo en Mateo 15:8-9, “Este pueblo de labios me honra, más su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres”. Y eso es lo que estamos viendo hoy.

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Fuente: Por que seguir a Jesús

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