NOTA DEL EDITOR: Este articulo fue publicado por el periodista Camilo Egaña de CNN y por su importancia para la comunidad cristiana lo reproducimos aquí.
Joel Osteen es un telepredicador evangelista que podría anunciar una pasta de dientes o los servicios de algún estomatólogo. Sonríe casi de modo permanente.
No conozco a nadie que me haya dicho que sonreír de tal modo sea fácil y menos que no parezca una impostación. Pero Joel Osteen sonríe. Supongo que así hay que sonreír cuando, como Ostenn y su mujer, se tiene una casa de diez millones de dólares.
Osteen dirige la mayor iglesia de su tipo en Estados Unidos. Lakewood Church está ubicada en Texas y acoge a más de 16.000 personas cada domingo durante sus prédicas que se emiten en cien países.
Osteen tiene su propio canal en Syrius, el servicio de radio vía satélite. Y cada libro que publica, en el que suele explicar —con una simplicidad que a mí en particular me da grima— cómo conseguir la prosperidad y la armonía en pocas lecciones, vende millones de ejemplares.
Pero la gran obra de Osteen es su iglesia de Texas. Fue inicialmente el estadio de los Houston Rockets de la NBA. Según NBC News, la remodelación del recinto demoró más de 15 meses y costo 75 millones de dólares.
Osteen es un hombre de fe. El domingo publicó un tuit en el que informaba que se unía a las oraciones por las víctimas de Harvey, que justo en ese momento amenazaba con arrasar Texas. Sin embargo, aparentemente mantuvo cerrada su megaiglesia como refugio mientras crecía la indignación de la gente en las redes sociales.
En Texas, miles de personas, más que oraciones, precisan de un refugio donde guarecerse, donde protegerse de la embestida de las aguas, donde comer y asesarse, donde mantener algún vestigio de dignidad.
Pero la iglesia de Ostenn seguía cerrada mientras Harvey azotaba Texas. En la página de Facebook dela iglesia, alguien aseguró que el acceso a la iglesia resultaba imposible por las inundaciones. Y tras esa aseveración se publicó una lista de “refugios seguros”.
Enseguida en redes sociales, la gente contraatacó, con fotos demostraron se podía llegar a la iglesia.
Osteen respondió que abriría su iglesia cuando los refugios, habilitados por el gobierno, no dieran abasto, y su suegro añadió que la iglesia funcionaba como centro de distribución pero no como techo de nadie.
Finalmente, este martes, en un tuit, el predicador dijo que él y su esposa se preocupan mucho por sus conciudadanos de Houston y que su iglesia recibiría a cualquiera que lo necesitara.
Victoria and I care deeply about our fellow Houstonians. Lakewood’s doors are open and we are receiving anyone who needs shelter.— Joel Osteen (@JoelOsteen) 29 de agosto de 2017
La iglesia de Osteen abría sus puertas y se convertía en lo que siempre debió ser, un refugio.
Me gustaría saber si el pastor Osteen sigue sonriendo como siempre. Y es que no todos los días uno puede conocer un hombre de fe.